martes, 18 de agosto de 2015

Canabis/Marihuana, planta ancestral espiritual y medicinal



NEUROLOGÍA

“Sabe a fresa”, así se prueban derivados de la marihuana contra la epilepsia infantil

Un principio activo extraído del cannabis reduce el número de ataques en niños que no responden a otros fármacos



Foto: El invernadero de marihuana de GW Pharmaceuticals / GW


En un lugar secreto de Inglaterra hay un descomunal invernadero con decenas de miles de plantas de marihuana cultivadas con el mayor de los cuidados. Sus semillas han sido seleccionadas durante años hasta dar con las variedades perfectas. 

Se cosecha cada tres semanas. Después de triturarlas y calentarlas, expertos vestidos con batas blancas extraen de las plantas un concentrado pegajoso y oscuro parecido al caramelo. Una vez procesado, embotellado y etiquetado, el producto final acaba en varios países europeos, entre ellos España.

El invernadero en cuestión es la mayor plantación legal de marihuana de Reino Unido. Su propietario es la empresa británica GW Pharmaceuticals, la compañía más avanzada en el desarrollo de compuestos del cannabis para tratar varias enfermedades. Fundada hace 17 años, la compañía ha perfeccionando sus cultivos hasta lograr que todas y cada una de sus plantas tengan las mismas concentraciones de los productos bioquímicos de interés, una estandarización esencial para transformarlas en un fármaco.

Desde hace unos meses, 25 niños españoles con un tipo de epilepsia que no responde bien a los fármacos convencionales están probando uno de esos compuestos químicos dentro de uno de los ensayos clínicos más prometedores de sustancias relacionadas con la marihuana. 

El ensayo sigue abierto a nuevos pacientes en varios países hasta que consiga reclutar a 150 participantes. Todos tienen síndrome de Dravet, una forma rara de epilepsia que suele aparecer en torno a los seis meses de edad, produce unos ataques más largos de lo normal y un periódico daño cerebral que puede llegar a ser fatal en los casos más extremos.


Se trata de pacientes que tienen “muchas necesidades”, explica Rocío Sánchez-Carpintero, de la Clínica Universidad de Navarra y coordinadora del ensayo clínico en España. “No es solo debido a las crisis epilépticas, sino también por daños en el desarrollo cognitivo, problemas de escolarización y motores”, resalta esta neuropediatra, que dirige la única unidad hospitalaria especializada en este síndrome que hay en España. Once de sus pacientes con Dravet participan en el ensayo clínico de fase III en el que se mide la eficacia de un fármaco y suele ser la última antes de que se solicite su aprobación en caso de éxito.

El Dravet es además una enfermedad sin cura. “En general, el 70% de los casos de epilepsia se controlan con los fármacos existentes”, explica Antonio Gil-Nagel, neurólogo del Hospital Ruber Internacional. “Con el Dravet, el 90% de los pacientes no responde a esos mismos fármacos”, resalta.
Sirope

El compuesto en cuestión es el CBD, o cannabidiol, una sustancia sin efectos psicoactivos que, junto al THC, es una de las más exploradas por sus usos terapéuticos. Ensayos anteriores han demostrado que el CBD reduce a la mitad el número de ataques en más o menos la mitad de los pacientes que lo prueban. 

“Ha llegado a haber un 16% de pacientes en los que no se registra ni una sola crisis”, explicaba la semana pasada Colin Stott, responsable de I+D de GW Pharmaceuticals, durante un Curso de Verano organizado por la Universidad Complutense de Madrid. 
En estos ensayos también se están midiendo otros indicadores de la actividad del CBD, como la mejora en la memoria, la concentración o el lenguaje de los niños, donde ha habido casos puntuales sorprendentes, como el de un chaval que no hablaba antes del ensayo y cuyo habla regresó de forma “explosiva” tras participar en él, dijo Stott. La empresa colabora con 29 universidades de varios países y España, dijo, es uno de los “grandes en la investigación de compuestos cannabinoides”.

Como en otros casos, fueron los padres de niños con estas epilepsias los que comenzaron a presionar a las autoridades para que se pusieran en marcha ensayos clínicos con CBD, de cuya efectividad solo existían pruebas no contrastadas clínicamente.

 En su desesperación porque ningún fármaco parece detener o aliviar los ataques, algunos padres recurren al uso de preparados artesanales de marihuana, por ejemplo, en aceite. “Nosotros nunca recomendamos su uso y les decimos que por ese camino no podemos ayudarles, aunque sí les pedimos que sigan viniendo a la consulta e informándonos de la evolución”, explica Gil-Nagel.

La empresa británica ha seleccionado plantas con alto contenido en CBD y muy poco THC. Después purifica un extracto que solo contiene el primer compuesto y lo convierte en una especie de sirope al que añade sabor a fresa. Los resultados del ensayo clínico pueden estar disponibles a principios del próximo año. 

El hecho de que el síndrome de Dravet esté calificado como enfermedad huérfana puede acelerar el proceso de aprobación del fármaco, llamado Epidiolex. El CBD está mostrando resultados aún mejores en ensayos clínicos contra el síndrome de Lennox-Gastaut, otra forma de epilepsia infantil resistente a los fármacos convencionales.
 “Esta sustancia está mostrando efectividad mayor, en hasta el 60% de los pacientes, y esto es importante porque se trata de una epilepsia refractaria en la que los niños llegan a tener hasta 100 ataques epilépticos diarios”, explica Julián Lara, pediatra del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, también involucrado en los ensayos.

Más adelante, podrían llegar aplicaciones para enfermedades que afectan a millones de personas. “Siempre que la gente piensa en marihuana piensa en colocones”, lamentaba ante su audiencia Stott, “pero hay otros 99 compuestos” que no colocan y que pueden tener interés médico, resaltaba. Por ahora, su empresa investiga cinco de ellos. Una de las aplicaciones más llamativas es en la esquizofrenia. Hasta ahora se pensaba que la marihuana era dañina para los esquizofrénicos, pues el THC puede potenciar la psicosis, pero los ensayos están mostrando que el CBD tiene el efecto opuesto y parece reducir los ataques. La empresa también explora aplicaciones contra la diabetes y el glioma, entre otras dolencias.

http://elpais.com/elpais/2015/07/29/ciencia/1438183954_224346.html

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Lo que la marihuana puede hacer por su salud

Varios grupos de investigación exploran nuevos usos de compuestos del cannabis contra el cáncer, la epilepsia y otras dolencias.



Foto: Una mujer trabaja en un invernadero de marihuana para uso médico en Israel. / MENAHEM KAHANA (AFP)


Miles de años después de las primeras referencias históricas del consumo de marihuana, el potencial médico del cannabis sigue estando por explotar. Se debe a la falta de conocimiento básico. Hace solo 25 años que se descubrió el sistema endocannabinoide, una extensa red de comunicación entre neuronas y otras células del sistema nervioso central y otros órganos cuyo funcionamiento es modulado por los principales compuestos activos del cannabis. El propio organismo genera variantes endógenas de esas sustancias para regular funciones cerebrales fundamentales como la conducta, la memoria y el dolor. Ahora, el reto es convertir los cannabinoides en fármacos más efectivos contra un rango cada vez más amplio de dolencias, desde los tumores más agresivos a la epilepsia.

“Por una lado tenemos una sustancia que se ha consumido durante siglos, pero cuyos efectos se han probado en muy pocos estudios clínicos con pacientes”, explica Manuel Guzmán, que dirige un grupo de investigación sobre cannabinoides en la Universidad Complutense de Madrid. Por otro, dice, cada vez se tiene más conocimiento básico de sus efectos gracias a los estudios con animales y células humanas.

En uno de esos estudios, Guzmán y otros autores demostraron que los cannabinoides como el THC, el principal responsable de los efectos psicoactivos de la marihuana, reduce el crecimiento de los glioblastomas, un tumor de cerebro muy agresivo y difícil de tratar. “Hay muy buenas evidencias de que el cannabis puede eliminar el cáncer en células humanas y ratones, pero las pruebas sólidas de que lo hace en personas son aún muy pocas”, reconoce.

Su equipo colabora en un ensayo clínico que está probando en Reino Unido la eficacia de Sativex, un fármaco que contiene los dos principales compuestos del cannabis (THC y cannabidiol, o CBD), para pacientes cuyos tumores han resurgido tras la cirugía. El fármaco se administra junto a la quimioterapia convencional. “En unos meses”, explica Guzmán, su equipo espera comenzar el primer ensayo clínico en España para probar la efectividad conjunta como tratamiento de primera línea en pacientes con glioblastoma.

Según Guzmán, que preside la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides, “estamos viviendo un boom” en la investigación en usos novedosos de los cannabinoides. Han sido impulsados en parte por experiencias personales de pacientes o familiares con el uso de marihuana para aliviar sus síntomas. La aplicación más llamativa es el CBD para reducir el número de ataques epilépticos en niños con síndrome de Dravet. Su efectividad ya se está probando en ensayos clínicos. En sus orígenes, los tratamientos ya aprobados de estos compuestos contra los espasmos de la esclerosis múltiple o el dolor y las náuseas en el cáncer también tuvieron su origen en evidencias “anecdóticas” registradas en enfermos que usaban marihuana.

“Los receptores de THC son de los más abundantes en el cerebro, más que los de dopamina o serotonina, por eso tienen un gran potencial para conseguir nuevos fármacos”, explica Rafael Maldonado, investigador del laboratorio de neurofarmacología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Una de las barreras para transformar la marihuana en medicamento son sus efectos psicoactivos. Su equipo ha conseguido por primera vez disociar los efectos terapéuticos del THC de los alucinógenos. El objetivo de esta investigación, realizada en ratones y recién publicada en PLoS Biology, es buscar fármacos contra el dolor que no provoquen pérdida de memoria o alteraciones en la conducta.





               Alzhéimer

El trabajo describe un péptido (una proteína de pequeño tamaño) que, administrado a los roedores, bloquea gran parte de los efectos “indeseables” de la marihuana conservando sus otras funciones analgésicas. “Por ahora, todo hace pensar que ese mismo compuesto sería inocuo en humanos”, señala. Su equipo forma parte del consorcio europeo Neuropain, dotado con seis millones de euros en parte para buscar nuevas aplicaciones de los cannabinoides contra el dolor neuropático, que surge tras la alteración de nervios por el cáncer u otras patologías y que no responden bien a los analgésicos. El referente más común, explica Maldonado, son los casos en los que un miembro amputado sigue doliendo.

La marihuana sigue siendo un pozo sin fondo para la investigación biomédica, tanto que muchos científicos ya ni piensan en ella. Se cree que hay entre 60 y 90 cannabinoides, muchos de ellos aún sin explorar y que deberían ser incluidos en “quimiotecas” para su estudio. “Hemos sobrepasado a la marihuana, hoy el campo de investigación es infinitamente más amplio y debería dejar de ser vinculado con esta”, explica Javier Fernández-Ruiz, catedrático de bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas.

Los cannabinoides pueden ser un buen aliado en la guerra contra el alzhéimer o el párkinson, las “enfermedades típicas del siglo XXI” debido a la longevidad cada vez mayor de la población, explica Fernández-Ruiz. El paso del tiempo hace que el cerebro pierda neuronas y que gran parte no se repongan. Esto se debe a múltiples factores como la oxidación o la falta de riego vascular. “Los cannabinoides parecen ser capaces de corregir varios de estos problemas a la vez”, explica Fernández-Ruiz. Su próximo proyecto es un estudio en perros que sufren una enfermedad parecida a la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) para probar el efecto del THC y el CBD.

Todos los expertos consultados piden mucha cautela ante estas líneas de investigación. “Estoy seguro que en el futuro habrá un medicamento contra tumores cerebrales basado en cannabinoides, pero los pacientes actuales no se podrán beneficiar de ellos”, advierte Fernández-Ruiz.

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                 Usos legales en España

El único fármaco basado en compuestos de la marihuana aprobado en España es el Sativex contra la espasticidad (contracción permanente de ciertos músculos) en pacientes de esclerosis múltiple, explica Javier Fernández-Ruiz, ex-presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides. El fármaco lo elabora GW Pharmaceuticals, una compañía británica que abandera el uso farmacológico de estos compuestos. 

El fármaco, un spray bucal, también puede ser usado como tratamiento compasivo contra el dolor y las náuseas asociados a la quimioterapia. Para ello el médico debe pedir un permiso a la Agencia Española del Medicamento. 

“Con mucha frecuencia los pacientes nos preguntan por esto”, ya que “es algo que se puede hacer y a veces los oncólogos no lo saben”, explica Fernández-Ruiz. El Sativex es "muy similar" al aceite de cannabis "casero", explica Manuel Guzmán. El problema de usar esta segunda sustancia en investigación es que cada planta tiene una composición de THC o CBD diferente y por tanto es difícil o imposible de usar en estudios científicos. 

El medicamento, en cambio, tiene un grado de pureza estandarizado y siempre lleva la misma proporción entre THC y CBD, entre otras características que permiten su uso farmacológico. 
Este experto opina que estos dos compuestos van a monopolizar la búsqueda de nuevos tratamientos en el corto plazo. "Espero que en cinco años haya nuevas aplicaiones para ellos, más adelante, es posible que se le sumen otros compuestos", explica.

http://elpais.com/elpais/2015/07/15/ciencia/1436976665_397370.html

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                  Una planta con historia


El cannabis se utiliza para muchos fines desde hace milenios: desde curar heridas hasta fabricar telas. 
En el siglo XV llegó a Europa desde Asia, en donde se la usaba para tratar las inflamaciones de la piel. 

En la cultura de los budas tibetanos, el cannabis es la planta más sagrada.


Los médicos aprueban su uso
Una encuesta nacional realizada en Estados Unidos en 2008 comprobó que el 50% de los médicos aprueban el uso de la marihuana medicinal. Muchos países tienen una ley al respecto, pero la de Canadá es un ejemplo: permite su uso en una amplia gama de dolores severos, y para aliviar terribles síntomas, al final de la vida.


Evidencia científica le dice sí
En 2002, un mega análisis sobre decenas de investigaciones acerca de la marihuana medicinal, determinó que sí es efectiva para tratar el dolor agudo, dolores vinculados a afecciones del sistema nervioso, la migraña y el glaucoma. Un estudio de Oregon comprobó que el 90% de los pacientes la consumen para aliviar fuertes dolores crónicos.


Gran potencia terapéutica
El cannabis posee cientos de componentes terapéuticos. Y al menos 66 de ellos tienen "cannabinoides", que son las sustancias base para el uso de la marihuana medicinal. Los "cannabinoides" sirven como estimulantes del apetito, antiespasmódicos y poderosos analgésicos.


Ayuda en síntomas del VIH/Sida
Dos estudios, uno de la Universidad de Columbia de 2007 y otro de la Universidad de Columbia de 2008 concluyeron que consumir marihuana era algo positivo para los pacientes con VIH/Sida. Especialmente para aquéllos con dolores neuropáticos, asociados a la pérdida del sistema sensitivo, y para recuperar el apetito.


Hay una píldora de marihuana
Se llama Marinol y está disponible sólo con receta médica. Contiene una forma sintética del THC, la sustancia psicoactiva de la marihuana, y se suele prescribir para tratar náuseas y vómitos asociados al cáncer y para tratar la pérdida del apetito en pacientes con VIH/Sida


La controversial "yerba" se utiliza con fines terapéuticos desde hace más de 4,000 años. Y, aunque la evidencia científica indica que es útil para aliviar síntomas de decenas de enfermedades.


Aval del Gobierno de Estados Unidos
Sin embargo, el Gobierno le dio su bendición al cannabis por primera vez financiando una investigación en la Universidad de Arizona para comprobar si es útil en el tratamiento del estrés post traumático que sufren los veteranos de guerra.


Una planta multifacética
La marihuana o cannabis se refiere a múltiples preparaciones de la planta cannabis, que se puede usar con propósitos medicinales. De acuerdo con las Naciones Unidas, se trata de planta ilícita de más amplio uso a nivel mundial.
http://salud.univision.com/es/
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                      Cannabis sativa




Cannabis sativa (cáñamo o marihuana) es una especie herbácea de la familia Cannabaceae, con propiedades psicoactivas. Es una planta anual originaria de las cordilleras del Himalaya, Asia.
 Los seres humanos han cultivado esta planta en el transcurso de la historia como fuente de fibra textil, aceite de semillas y alimento (generalmente, con variedades de bajo contenido en THC, llamadas cáñamo). 

Se ha utilizado durante miles de años como planta medicinal —con registros escritos que datan de 2737 a.C. —, como psicotrópico y como una herramienta de carácter espiritual. 

Su fibra tiene usos variados, incluyendo la manufactura de vestimenta, cuerdas, textiles industriales y papel. 
El aceite de sus semillas se puede usar como combustible y en la preparación de alimento del ganado.

«Marihuana» es un término genérico empleado para denominar a los cogollos de esta planta, que son sus flores femeninas; y al hachís (su resina), extraído del procesamiento de los tricomas glandulares, mayoritariamente asociados a las flores femeninas, que sintetizan y acumulan altos contenidos de cannabinoides.

Debido a sus propiedades psicoactivas, es una de las pocas plantas cuyo cultivo se ha prohibido o restringido en muchos países.


Farmacología


Semillas de cáñamo.

Aunque la principal substancia psicoactiva del cannabis es el Δ9-tetrahidrocannabinol (THC), la planta contiene en total cerca de 60 cannabinoides (entre éstos: cannabidiol (CBD), cannabinol (CBN), cannabigerol, cannabicromeno, cannabiciclol), siendo el THC y el CBD los mayoritariamente acumulados, aunque este último sin efectos psicoactivos.

El cannabis es empleado, en su forma natural, para el tratamiento del glaucoma, asma, cáncer, migraña, insomnio, náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia anticancerosa, esclerosis múltiple, molestias ocasionadas por neuropatías periféricas y demás padecimientos neuromusculares.

 El THC también se obtiene de forma sintética para uso como fármaco, llamado dronabinol en forma pura o Sativex que es un preparado de THC y CBD. 
Otros canabinoles principales son el CBD o cannabidiol (narcótico) y el CBN, que es un producto intermedio del metabolismo de degradación de THC. 

La concentración así como la proporción existente entre THC/CBD determinan la manera en que cada planta influye sobre cada persona y su estado sanitario.

El cannabis estimula la vía dopaminérgica, que es un sistema de recompensas en el cerebro, desde el área ventral tegmental al núcleo accumbens.


El cannabis silvestre contiene habitualmente entre 0,5 a 5% de THC dependiendo de los diferentes tipos de cultivo, que van desde el cultivo natural o en huerta, pasando por el cultivo en macetas (luz natural o artificial) hasta el cultivo hidropónico o aeropónico. Las variedades desarrolladas por los bancos de semillas tienen un nivel de THC más alto, llegando a alcanzar concentraciones de hasta un 24% de THC.


El contenido en THC depende de la genética de la planta y de las condiciones ambientales en las que se desarrolla, siendo los polihíbridos que se comercializan los que alcanzan mayores concentraciones de canabinoles. Las plantas hembras que no son polinizadas se les llama comúnmente “marihuana sin semilla”. Éstas son las que contienen la mayor cantidad de THC, debido a que la no polinización produce un estrés en la planta, lo que hace que aumente la cantidad de THC. Por otro lado, los machos normalmente son desechados del cultivo, salvo para poder polinizar y hacer semillas, pero las plantas polinizadas aportarán sobre todo semillas, en detrimento de la resina psicoactiva.




                                             Historia


Se ha demostrado que el uso del cannabis, al menos como fibra, se remonta por lo menos a hace unos 10.000 años en Taiwán. Má (pronunciación pinyin), la expresión china para el cáñamo, es un pictograma de dos plantas bajo un acantilado.

El cannabis es originario de Asia central y del sur.
 Existen evidencias de inhalación de humo del cannabis que datan del tercer milenio AC, tal y como indicarían las semillas de cannabis carbonizadas encontradas en el interior de un brasero ritual en un antiguo cementerio de la actual Rumania.

 También se sabe que el cannabis fue utilizado por los antiguos hindúes y sijs Nihang de la India y de Nepal durante miles de años.

La hierba era llamada ganjika en sánscrito (ganja, en idiomas modernos de la India).

El soma de drogas antiguas mencionado en los Vedas se asocia a veces con el cannabis.

El pueblo asirio también tenía conocimiento del cannabis y de sus propiedades psicoactivas. Bajo el nombre de “qunubu” (nombre que probablemente dio origen al posterior cannabis) lo utilizaban dentro de las ceremonias religiosas. 

El cannabis fue introducido al pueblo ario por los escitios y los tracios/dacios, cuyos chamanes (llamados kapnobatai, “los que caminan sobre el humo/las nubes”) quemaban flores de la planta para inducir estados de trance.

 En el noroeste de la Región Autónoma de Uigur en Xinjiang, en China, se encontró en 2003 una canasta de cuero llena de fragmentos de hoja y semillas de cannabis al lado de un chamán momificado, de unos 2500 a 2800 años de antigüedad.



Cannabis sativa de Vienna Dioscurides, 512 d.C.

Los cannabis tienen un antiguo historial en rituales religiosos en todo el mundo. Arqueólogos en Pazyryk descubrieron semillas de cáñamo que sugieren antiguas prácticas ceremoniales tales como la ingesta de estas por los pueblos escitas durante el siglo V y II a. C., lo que confirma anteriores informes históricos de Heródoto.

 Un escritor ha afirmado que los antiguos judíos y cristianos utilizaban el cannabis como sacramento religioso, debido a la similitud entre la palabra hebrea qannabbos ("cannabis") y la frase en hebreo Bosem qené ("caña aromática"), que era utilizada por los musulmanes en varias órdenes sufíes desde el periodo mameluco como, por ejemplo, los qalandars.

Un estudio publicado en la South African Journal of Science reveló que "pipas desenterradas de la casa de Shakespeare en Stratford-upon-Avon contenían restos de cannabis".
El análisis químico se llevó a cabo después de que investigadores plantearan la hipótesis de que la "conocida hierba" (noted weed) mencionada en su Soneto nº 76, y el "viaje en mi cabeza" (journey in my head) del Soneto nº 27 podrían hacer referencia al cannabis y a su uso.

El uso de cannabis comenzó a penalizarse en varios países al inicio del siglo XX


En 1911 se prohibió en Sudáfrica, en 1913 en Jamaica (por aquel entonces aún colonia inglesa), y en la década de 1920, en el Reino Unido y en Nueva Zelanda. 
Canadá hizo ilegal el uso de la marihuana en su Ley del Opio y Drogas de 1923, antes de que se hubiese reportado consumo alguno de la planta en dicho país. 

En 1925, en una conferencia en La Haya sobre la Convención Internacional del Opio, se llegó al compromiso de prohibir la exportación del “cáñamo de la India” a países que tuvieran prohibido su uso, y a exigir a los países importadores que emitiesen certificados que aprobasen el ingreso de dichas hierbas, con indicación de que se requerían “exclusivamente para fines médicos o científicos”. 

También se exigió a los participantes que ejerciesen “un control efectivo de tal forma que impidan el tráfico internacional ilícito de cáñamo hindú, especialmente en resina”.



         Museo de la marihuana en Amsterdam

En los Estados Unidos las primeras restricciones a la venta de cannabis se realizaron en 1906, en el Distrito de Columbia.
 En 1937, se aprobó la Ley de Acto Fiscal de la Marihuana, por la que se prohibía la producción de cáñamo además de la marihuana. 
Las razones por las que también se incluyó el cáñamo se cuestionaron; la oficina federal de Agentes de Narcóticos informó que los campos de cultivo de cáñamo también se utilizaban como fuente para los distribuidores de marihuana. 
Sin embargo, otros autores han afirmado que se incluyó con el fin de destruir la incipiente industria del cáñamo, en gran medida con el esfuerzo de los empresarios Andrew Mellon, William Randolph Hearst y la familia DuPont.

 Con la invención de la descortezadora, el cáñamo se había convertido en un sustituto muy barato para la pasta de papel que se utiliza en la industria periodística.
 Hearst consideraba que el cáñamo era una amenaza para sus explotaciones de madera. Mellon, secretario del Tesoro de los Estados Unidos y en ese entonces el hombre más rico de ese país, había invertido grandes cantidades de dinero en la nueva fibra sintética y el nylon de la familia DuPont, que también estaba siendo superado en competencia por el cáñamo.


El uso antiguo del cannabis para fines sexuales se propició en una tradición hindú-budista conocida como Tantra. Quienes practican el sexo tántrico consideran que el cuerpo contiene sistemas de energía que constan de los nervios, el corazón y los elementos espirituales que están vinculados a las energías cósmicas y basadas ​​en la naturaleza. 

Hombres y mujeres tienen diferentes tipos de energía y el sexo une estas energías, la creación de “circuitos” permiten encontrar nuevos niveles de intimidad. 
La unión tántrica de las energías masculinas y femeninas (sexo) está pensada para equilibrar la energía del cosmos. Estos rituales tántricos de cannabis se remontan por lo menos al 700 D. C.
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